El Mundial de Clubes se encuentra a la vuelta de la esquina, y en La Boca lo sienten como algo más que un torneo internacional: se vive como una nueva oportunidad de hacer historia. El club se prepara para disputar la competencia de clubes más importante del mundo y mantiene la esperanza de escribir un nuevo capítulo dorado.

Los incentivos de Boca en este 2025 son escasos más allá de la competencia doméstica. Si bien no parte como uno de los favoritos a quedarse con el título, el prestigio de jugar este nuevo torneo internacional contra los mejores equipos del mundo es un gran estímulo que, a la larga, puede favorecer al Xeneize. Se medirá este lunes 16 contra el Benfica de Portugal; cuatro días después jugará ante el Bayern Múnich de Alemania, y concluirá su participación en la fase de grupos frente al Auckland City de Nueva Zelanda.
Será el debut de Miguel Ángel Russo, una vez más, al frente de la institución, pero con un condimento especial: hacerlo en la mayor competencia a nivel clubes y plantarle cara a un equipo portugués que llega con las mismas ambiciones de ganar. Un partido muy importante para el equipo de la Ribera, ya que le servirá de prueba para medir dónde está parado con respecto al resto.
Gracias a la ventana otorgada por la FIFA para los equipos que disputarán dicho torneo, el club pudo incorporar a Marco Pellegrino, procedente de Huracán, y a Malcom Braida, que arribó desde San Lorenzo de Almagro. Pero el mayor sueño de Juan Román Riquelme —y de todo Boca— es tener entre sus filas al jugador campeón del mundo y bicampeón de América: Leandro Paredes. En las últimas horas se lo vio rumbo a Miami, y se presume que, en caso de avanzar de fase, se sumaría al grupo para así cumplir su anhelo de volver a vestir la camiseta del club que lo vio nacer.
Julián Arano