En la tarde del 2 de noviembre de 2025, y en la meca de la ciudad platense, podías ver el movimiento de una sola barra brava moviéndose en cantidad hacia una ubicación específica: y no hablamos precisamente de la hinchada de Estudiantes de La Plata, que tuvo un partido voraz con Boca Juniors en el Estadio UNO, si no, de la hinchada de los PILF, el grupo conformado por AgusFortnite2008, Stiffy, Zell & Turrobaby que se juntó en las puertas del Teatro Opera ansiando ver a sus ídolos por primera vez.
- Roma Azul Faliani
En lo que sería la primera presentación del grupo en La Plata, y por consecuencia, de cada miembro por separado, la promesa de la afamada “Música 2.0” estaba al alza, y la expectativa creciente por la clase de espectáculo que se iba a presenciar aún más. Mientras en la calle los vendedores ambulantes ofrecen remeras, stickers y hasta collares, desde la puerta del teatro hasta el otro lado de la manzana, una fila de jóvenes, amantes de estos músicos, se vería cada vez más impaciente, portando los símbolos característicos de lo que ya es una subcultura en el circuito bonaerense. Baggy jeans, remeras oversize, pelo de rulos, buzos con pompones negros en los hombros, camisetas de “I LOVE SWAG”, y para rematar, el aroma tanto del invaluable “Fernandito” como el de la marihuana.
Si le decís a sus fans que hagan un ranking de los 4 miembros del grupo, los últimos 2 lugares van variando por persona, pero los dos primeros son indudables: AgusFortnite2008 y Stiffy, por su importancia como impulsores del “plug” en Argentina, y por su naturaleza vanguardista que desde 2022 los ha hecho los absolutos reyes de una escena en crecimiento. El año pasado tiraron una bomba en la escena que despertó incontables discusiones con “MURIÓ LA MÚSICA”, un álbum que, ya de entrada tiene en la portada a Beethoven disparándose en la cabeza, haciendo alusión a que si escuchara lo que están haciendo, querría quitarse la vida.
El lema de dicho álbum es “La música murió, nació la música 2.0” resignificando esta creencia de que en la música está todo hecho, y usándola para impulsar un sonido nuevo y caótico. Esa naturaleza controversial y chocante de los llamados “Swaggerboys” los hizo explotar, teniendo sesiones en España, participaciones en el Lollapalooza, e incluso su propio “Swaggerpalooza” en el que juntan a los mejores artistas de la escena del “under” y ofrecen un show demencial, con pogos que una banda de punk soñaría tener y una energía recalcitrante que los hace únicos.
Ellos son parte de la formación de los PILF, y junto a otras eminencias del “under” argentino en Zell y Turrobaby, prometen revolucionar la industria planteando otro camino. En sí, esa es la característica que hace tan especial a los PILF: no son lo que conoceríamos como “under”, pero tampoco son “mainstream”, ya que existen en un intermedio que se atreve a discutir la permanencia del sonido genérico del trap o el reggaeton en las grandes esferas de la industria. En ese sentido, el vanguardismo de los PILF los ha hecho estar en los ojos de las grandes figuras de la música argentina moderna: como Duki, que colaboró con Zell en el remix de “Starboy”, o Neo Pistea, que lo hizo con los Swaggerboys en “MEJORALITO”.
Después de una hora de charlas con sus fanáticos en las que se discute sobre cuál es el mejor álbum de los Swaggerboys, o quién es el mejor artista del “under”, las puertas del Teatro se abren y se arma la hecatombe: gritos, emoción, brazos con piel de gallina, y el movimiento de una fila que muestra sus entradas, deja sus pertenencias en el guardarropa por unos módicos 500 pesos y entra en el salón. De frente, se ve un telón rojo, y luces azules que dan una vibra nocturna, invitando y seduciendo al descontrol.
De fondo, y para levantar las energías y ponerte a punto, suenan los hitazos de Playboi Carti, y del creador indiscutido de la escena del “drill” en Estados Unidos: Chief Keef.
Antes de comenzado el show, estipulado para las 20:30 hs, decidimos charlar con los presentes de nuevo, y uno de ellos me explica perfectamente qué es lo que está haciendo:
“Conocí a los Swaggerboys en 2023, cuando sacaron PLUG PARK, y no los solté más. El tema es que ellos hacen todos los conciertos en Buenos Aires, y acá no vienen nunca. Fui a un Swaggerpalooza y fui a un Niceto, pero hoy, y sabiendo que estoy en casa, me voy a hacer m***** en el pogo y disfrutar junto a mis amigos.”
El sentido de pertenencia y la comunidad de los presentes con los PILF es indudable: no son solamente sus ídolos, sino que impulsan un estilo de vida donde se aceptan todas las reglas no escritas. Se hace gala del descontrol, de la rebeldía, y de la iconoclasia en la música moderna argentina. Para los fans de los PILF, no hay banda indie que los pueda satisfacer, ni artista mainstream que les pueda despertar esa sensación de querer romper todo como lo hacen los mencionados.
Los fans de los PILF no creen en los mártires del pasado, en lo sagrado e intocable de la música argentina en su historia. Algunos escuchan a estos artistas, y lo admiten, pero dicen algo clave: “están todos muertos o son todos viejos”. Es esta demanda de artistas nuevos y de sonidos que empujen los límites de la música lo que hace que esta nueva banda tenga tanta convocatoria en el público joven, y que pueda condensar todos esos sentimientos a la perfección. Te gustará o no, te parecerá una genialidad o una basura, pero es esa clase de disrupción la que hace que una banda que hace “trap” o “drill” tenga a un público descontrolado haciendo moshpits con tan solo un tema.
Las primeras notas de “PILF” sonaron de fondo mientras se abría el telón rojo, y se los veía a los 4 sentados en un sofá, esperando la orden para ir a reventar todo. Los gritos característicos de Stiffy se apoderaron de los parlantes, y la orden de que “abran” se acató a la perfección. Lo que siguió fue el pogo, en el que volaron piñas, patadas, remeras y hasta pibes que se lanzaron al abismo de gente desde el escenario, sin ningún tipo de cuidado por su salud personal.
El olor a marihuana se intensificó, y por consecuencia, la energía del ambiente, que era una caldera prendida y ansiaba por estallar en cada ronda. La presencia de Turrobaby, Zell y AgusFortnite2008 fue innegable, pero el MVP de la jornada fue Stiffy, que por cada tema motivaba a la gente a seguir y dar todo de sí. Con provocaciones constantes, se llevó a todos en el bolsillo e hizo que despertaran sus instintos más primitivos. Tanta fue su energía, que en el caos de la jornada se reventó la nariz con su propio micrófono.
Los momentos de la noche fueron ese pobre muchacho que se tiró al público y no lo agarró nadie, el pogo de “AFIP” donde Stiffy dijo que se pusieran de izquierda a derecha para chocar en el medio, la explosión que fue el mosh de “BIG BANG”, y la gente fiel a los hitazos de los 4: cantando cada estrofa de ellos en unísono. Incluso, entre medio de tanta fiesta, los PILF le cantaron el feliz cumpleaños a una chica y luego volvieron a la rutina: liberar cualquier tipo de energía con la música más intensa que se puede escuchar.
Si estás leyendo esto, y no conoces a los PILF, o a los Swaggerboys, este artículo puede ser tu entrada a un mundo que probablemente no te guste al principio, o te genere repelús, pero algo es claro, y desde la noche del domingo es indudable: no te los vas a sacar de la cabeza, y eventualmente van a entrar.
Es seguro decir que los PILF se llevaron la noche, y el público acompañó su energía de tal manera que la hora y media de recital pasó volando para unos cuantos. El personal del teatro estuvo a punto dándole agua a los pibes y pibas que se metían a los pogos, y en general, se vivió un gran ambiente de comunidad, algo que en la música argentina falta, y que los PILF toman como parte de su acto. Estos comportamientos y estas acciones, aunque parezcan simples, son las cosas que más disfrutables hacen a un show, y los fanáticos de esta nueva “boy band” (como se le ha dicho en los medios) tienen una conexión muy fuerte con los 4 que no se va a perder como si nada. Aun si su éxito fue prematuro, su permanencia es algo que no se debate, y si las figuras más importantes de la industria ven lo que están haciendo , es porque hay algo que está funcionando. Como se dijo antes, tal efusividad y tal sentido de comunidad sería característica de un show de rock, o un show de punk, pero los PILF vienen a cambiar las reglas del juego, y a demostrar que el camino quizás sea el que propone la “Música 2.0”. Lo que sabemos, es que La Plata fue escenario de una gira que en el futuro recordaremos por todo lo que representó para la música argentina.
