A través de la bronca, Mir Nicolas nos trae su proyecto “SP.I”, que se posiciona rápidamente como uno de los mejores álbumes de los últimos años en Argentina, por su estilo único e innovador en el hip hop argentino.
- Por Roma Azul Faliani
Cuando Luis Alberto Spinetta compuso “Mondo di Cromo” lo hizo en un contexto político-social más que interesante. Este es un álbum que existe entre el pasado y el futuro de un país. Siendo más específica, es un proyecto que recibe nombre y apellido entre febrero y mayo de 1983, en el comienzo de la campaña hacia las elecciones presidenciales en las que se fantaseaba con la democracia.
A través de sonidos de jazz y rock, experimentales tanto para la época, como para el mismo Spinetta que venía de hacer Kamikaze, este álbum es uno que no se suele tomar en cuenta a la hora de hablar de los trabajos de Luis, o se pasa por arriba por llamársele “falto de inspiración”. Llamar falto de inspiración a un álbum que representa muy bien ese momento específico, no solo del país, sino del mundo, me parece algo atrevido y soberbio.
“Mondo di Cromo” trata del optimismo del futuro y su indudable incertidumbre. La idea de que, quizás, el mundo no sea tan bueno como pensamos que lo puede ser. No daré detalles, pero la idea del “mundo de cromo” radica en que las generaciones más adultas están sometidas a través de la tecnología y los vicios. A la hora de componer este álbum Spinetta soñaba con que la juventud, aquella fuente de energía inagotable, fuera quien pudiera aspirar a respirar un aire que no estuviera contaminado.
Es 28 de Junio de 2025, y para el pesar de Luis Alberto, las generaciones más jóvenes han sido forzadas a vivir este mundo de cromo, donde no se puede soñar con un futuro próspero y en el que lo único que queda por hacer es creer ciegamente en falsos profetas o caer en la apatía absoluta de que “nothing ever happens” y todo es una mierda.
El contexto es desesperanzador, y en lo que respecta al arte, existen pocas cosas que puedan emanar ese sentimiento crudo y sucio que te da un país en crisis económica. La música argentina en tiempos de hambruna siempre ha dado de que hablar y siempre ha planteado una nueva manera de hacerse ver. La cumbia villera es un género que, aun para desgracia de los infelices, logra representar estos sentimientos de manera que llegue a todas las personas que la escuchan.
No por ser simple, sino por ser capaz de conectar con los que menos tienen.
Lo mismo con el punk, de la mano de bandas como Fun People, Flema, 2 Minutos, y quien fuera que sonara en Cemento, o con el mismo tango que nace como expresión popular, al ser una danza orillera y urbana que se hunde en lo más profundo de la cultura porteña desde 1850. El rock progresivo de los 60/70 también es una respuesta al clima de la calle, y ni hablar de cosas como “Bronca Buenos Aires”, que aun si no llega a enamorarme se siente atemporal, por como funciona, por cómo está estructurado, y por lo catártico que se siente.
Es una pieza que hasta hace poco no se podía escuchar ni sé sabía de su existencia. Un remanente de una época perdida en el tiempo, donde lo único que había era bronca con lo que estaba pasando en el país. El arte siempre logra mostrar su mensaje a través de cómo se presenta, y la última canción de este proyecto de cuatro temas también cuenta con un contexto politico-social más que interesante, siendo una consecuencia del Cordobazo.
“Y se fueron acostumbrando como cómplices” recitaba Jorge López Ruiz en 1971, y en 2024 eso parece algo casi que permanente.
Los artistas del presente son cómplices de un arte artificial y vacío que no representa los tiempos que corren, pero que los hace destacar de una manera u otra. La música argentina siempre encuentra la manera de hacerse notar, solo que ha tocado comerse los mocos y ver cómo cada artista medianamente mainstream está condenado a la repetición constante y al auto-tributo. La creación de enemigos imaginarios y la excusa de que “todos nos tienen envidia” para seguir pregonando un éxito con el que nadie se pueda identificar.
El tema es que hablar de cómplices no solo incluye a los artistas de estos géneros, o a los consumidores, sino al otro lado de la moneda, séase el que se siente superior por escuchar Artaud, forzando una pose de elitista y cometiendo el crimen de limitar el alcance de la música argentina en cuatro músicos que aun con todo lo que han dado, no son capaces de representar al 100% la esencia que tiene nuestro arte.
No puedo explicar cómo me siento cuando veo a alguien hablar de música argentina y no los veo mencionar algo de los 90 para adelante, o no los veo reconocer a otras bandas de la época que tanto les gusta escuchar, como Los Twist, Sumo o Los Abuelos de la Nada. En este contexto en el que los dos extremos proponen lo mismo, y en donde solo dañan el legado de los artistas que apoyan, alguien se animó a despertar la bronca.
Su nombre es Mir Nicolás, y lo que trae a este mundo de cromo es Spinettaje Intenso.
No necesitás conocer su historia, porque como dice en el comienzo de su álbum “está buscando cuadritos de una historieta que no sabe como termina.” Lo que tenés que saber es que es un rapero de la nueva generación que está dispuesto a cambiar el juego. Es un artista que desde el primer segundo te demuestra qué tipo de proyecto vas a escuchar.
“Spinettaje Intenso” (abreviado como SP.I) al comienzo era un EP, pero Nicolás estuvo tanto tiempo trabajando en el que de a poco fue mutando en un LP. Ya desde el vamos, SP.I es algo diferente. Es un álbum que suena sucio, cotidiano y popular, los tres elementos que una buscaría en la música de una época de crisis e incertidumbre.
“Intro” no es solo la introducción, sino lo que te da una idea de en dónde te estás metiendo: por si el nombre no te lo dejo claro. SP.I es un popurri de referencias a nuestra cultura, desde todos los fuertes y para todos los públicos. Es la prueba de que limitar el arte argentino detiene su progreso, porque la existencia de este álbum es en esencia algo nuevo.
Es un proyecto de rap/boombap que se toma el atrevimiento de samplear el trabajo de Luis Alberto, pero emana la bronca de Jorge López, y el legado que ha dejado el rap argentino, usualmente rechazado y dejado de lado en la discusión de lo que es la música de este país. SP.I es la obra de Nicolás, pero también es él rejunte de todo lo que lo ha formado a lo largo de su vida.
No solamente desde lo artístico, sino desde lo cultural y emocional. Es una manera de respetar todo lo que vino antes, pero reformular la importancia del presente, en el que él está a cargo. Justo, como lo dice él en “Mi Mejor Amigo”: vio los ecos de las eternas discusiones de los dos lados, y ha decidido construir su camino desde una tercera posición.
“Lo escogimos y popular lo hicimos, peronismo.”
Nicolás también se da el lujo de samplear piezas fundamentales del rap como un conjunto, como el beat de “The World is Yours” de Nas, que, en esencia, representa el lugar en donde se posiciona. En este mundo de cromo, Nico se mueve como una presencia ingrávida, que está esperando el momento perfecto para atacar y comerse todo. Se lo llama la “viveza criolla” y es uno de los valores significativos de cualquier persona en esta patria.
El argentino por defecto es soberbio, pero lo que nos hace destacar es que usualmente esa soberbia está acompañada por talento. En el presente, pocas figuras destacadas por su soberbia tienen eso para acompañar, y terminan siendo lo que tildaríamos de “fantasmas”.
Nico con este proyecto se asegura de demostrar el talento que tiene, no solo para rimar, sino para encontrar tanto el flow y el tempo adecuado para que algo como “Parlante” de Luis Alberto sea absolutamente magistral como acompañante de lo que recita en “Carretera” junto a la voz de Mar Marzo y el invitado especial: The Notorious B.I.G.
“Skit” comienza con la voz del Pity Álvarez diciendo que para vivir necesitas esa cosa de estar mal, y no puedo no reflexionar sobre lo que significa esto en este contexto. En un ambiente en el que la música en su gran mayoría es prefabricada, y plantea una realidad alterna, es refrescante y hasta necesario que algo te haga sentirte mal, porque si te sentís mal, sentís que estás viva.
Y si sentís que estás viva, podés despertar lo que sea. Que “Reloj Biológico” sea lo que continúe el álbum me parece increíble, porque justamente es un tema lleno de enojo y barras infernales como “Convierto la mierda en disciplina y así el dolor calme.”
No solo es la antesala a los últimos temas del álbum, sino que tiene éxito en presentar la bronca y soberbia de Nicolás en frente de todo.
“No voy a volverme sin pena ni gloria” nos dice el que ya en esta parte del proyecto identificamos como el mejor rapero de este país. En sus propias palabras, y jugando con sus samples, usa la voz del legendario Astor Piazzolla como introducción a “Descansa”, porque él está haciendo una nueva música de Buenos Aires.
Y podría hablar de muchas otras cosas más, como que en “Alma y Vida” Nico recita que su barrio pide que triunfe porque lo quieren ver tomar todo lo que le pertenece, o que en “La Grasa” samplea “La Grasa de las Capitales” y hace magia por arriba de su propio beat, pero esto no es una reseña, sino un ensayo sobre un álbum que existe en el mismo espacio y tiempo que Mondo di Cromo.
Nicolás es optimista por su futuro, y lo que va a hacer en los próximos años, pero también se encuentra preocupado y asustado por no llegar a las expectativas que tienen todos sobre él. Por eso mismo, y a diferencia de Mondo di Cromo, el rapero toma la bronca como arma, y se anima a usarla para terminar la historieta de su vida, y cambiar la historia de la música en Argentina.
“Yo me animo, dijo alguien.
Y gritó como aquel.
Como nosotros.
Como ustedes.
¡Ahora!
¡Ahora saltó la bronca!
¡Carajo!”
“Bronca Buenos Aires” (1971, Jorge López Ruiz)